Posted by : MAKUTEROS domingo, 27 de noviembre de 2016



El castillo de Himeji (Himeji-jo) es uno de los tres más importantes de Japón, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1993. Es uno de los pocos que ha resistido el paso del tiempo y ha llegado a nuestros dias tal cual era originariamente, algo no muy frecuente en Japón donde muchas construcciones de madera no han sobrevivido al paso del tiempo, los terremotos, los incendios o los ataques bélicos. Se encuentra situado a 1 horas en tren de Kyoto. Es fácil llegar allí porque hay un tren directo desde Osaka y Kyoto que te deja muy cerca de la entrada del castillo. De hecho desde la estación podrás ver el castillo erigiéndose en lo alto, al final de la avenida Hyōgo-ken.  En la estación hay una oficina de turismo donde te darán planos e información. Caminando desde allí no son más de 15 minutos a la fortificación, pero también existe la opción de ir en autobús hasta la puerta.

Nosotros veníamos de Hiroshima y nos dirigíamos a Osaka, así que íbamos cargados con las mochilas. En la misma estación no había consigna, pero justo en un edificio que había en frente sí que disponían de este servicio por unos pocos yenes. Eso sí, como todo en Japón, el servicio cerraba a las 18:00.

Popularmente le llaman el Castillo de la Garza Blanca, algunos dicen que por el color blanco del yeso de sus paredes; otros, que es por la forma de sus tejados, similar a las alas de un ave; y, otros, que es debido a las garzas blancas que habitan en la zona. 

Nosotros hemos estado dos veces en Japón y las 2 veces hemos visitado este castillo. La primera vez era invierno, Candela tenía un año. En la visita estábamos prácticamente solos. La segunda vez, 10 años más tarde, ya éramos 4 y la visita fue en verano. Vaya diferencia, había cientos de turistas visitándolo. 

El castillo de Himeji se construyó en el siglo XIV y tenía una función defensiva. En esa época Japón seguía un sistema de organización feudal. Antes de acceder al interior se asciende  por unos corredores en zig zag que, originariamente, estaban controlados por 84 portones, todo estaba enmarcado por un foso. Si te fijas bien, en uno de los muros, verás una piedra de molino protegida por una tela metálica de gallinero. Cuentan que, en la construcción del castillo, los materiales como la piedra escaseaban en la zona y un molinero regaló su bien más preciado para apoyar la edificación del castillo. La leyenda se hizo grande y conmovidos por su generosidad, cientos de personas enviaron piedras y materiales para apoyar al shogun (señor feudal) en la construcción del Castillo de Himeji.

El castillo es casi más bonito por fuera que por dentro, ya que en el interior sigue el estilo austero de los castillos japoneses, todo en madera, diáfano, con ventanas diminutas, sin ningún tipo de decoración más allá de algunas barras para emplazar las armas. La Torre Principal del Castillo de Himeji tiene forma de embudo, con una base de 16 metros de alto sobre la que se levantan 7 plantas que se van estrechando a medida que se asciende. 


Para acceder a las plantas superiores subes por unas escaleras estrechas de madera. A nosotros nos tocó hacer bastante cola y había personal del castillo controlando los flujos de gente, tanto de subida como de bajada. En el piso más alto puedes disfrutar de impresionantes vistas de toda la planicie y hacer fotos de los tejados. Supongo que a los japoneses les llaman menos la atención, pero para nosotros las tejas y los canalones en Japón nos parecen siempre pequeñas obras de arte.

La visita con niños merece la pena a pesar de que hay muchas cuestas y todo es subir y bajar. Hay una zona para dejar los carritos de bebés, ya que no se puede acceder con ellos al interior de la torre principal. Al lado hay una tienda donde venden un poco de todo: agua, refrescos, helados, snacks. Una vez que empiezas a subir ya no hay donde comprar nada. En verano, en el exterior, el calor es un poco agobiante porque es un calor húmedo y estás todo el tiempo empapado,  pero una vez dentro se está más fresquito. 

A un lado del castillo se encuentran los Jardines Kokoen, merece la pena visitarlos. Dicen que en esas tierras era donde estaban las viviendas de los samuráis que se ocupaban de la defensa del castillo Himeji. No son jardines centenarios (creo que tienen apenas una década de existencia), pero nos encantaron. Hay 9 ambientes diferentes y es un gozada recorrerlos, todo tan bien cuidado y pensado: cataratas, bambú, jardines secos, flores. Perfecto para tomarte un helado de té tranquilamente y descansar toda la familia después de la visita al castillo :)




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